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Coronavirus y Cambio climático

El cambio climático era hasta principios de marzo un tema muy preocupante que ha pasado a un segundo plano tras la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, pero la pregunta que se hacen muchas personas es si ambas problemáticas guardan relación entre sí.

¿Existe relación entre el cambio climático y el COVID-19?

 

Desde que la OMS declaró la enfermedad COVID-19 provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 como pandemia mundial, han sido muchas las teorías que han surgido acerca de su origen.

Muchos estudios apuntan a que se trata de una zoonosis, aunque aún no se ha podido confirmar. Esto quiere decir que es una enfermedad de origen animal que se ha transmitido al ser humano, en este caso parece ser una enfermedad propia de los murciélagos. Según datos oficiales, más del 70% de las enfermedades humanas diagnosticadas en la última década provienen de origen animal y la mayoría de las epidemias que más importancia han tenido en la historia reciente proceden del contacto humano-animal. Aunque pueda parecer extraño, no es ninguna novedad, pues la peste bubónica, por ejemplo, fue una zoonosis; así como la gripe aviar, la gripe porcina e incluso la mal llamada “gripe española” que, aunque no se ha podido detectar su origen más de 100 años después, se relaciona con un origen animal. La única novedad es que ahora este tipo de enfermedades surgen cada vez más y con mayor rapidez.

Este hecho pone de manifiesto el importante papel del cambio climático y la globalización en toda esta situación, puesto que el deterioro de hábitats naturales provocado por el calentamiento global está perjudicando y alterando las condiciones de vida de las especies, lo que puede derivar en contactos entre personas y animales que en el pasado casi ni existían. 

 “El incremento de las temperaturas hace que aves, mosquitos e insectos migren a zonas que, poco a poco, se están convirtiendo en tropicales. Ahora, pueden transmitir enfermedades en latitudes que antes eran más frías y que ya no son zonas hostiles para ellos”“La pérdida de biodiversidad facilita, cada vez más, la transmisión y propagación de patógenos procedentes de especies animales, como es el caso de la COVID-19”, comenta Luis Suárez, Coordinador de conservación de WWF España y coautor del informe Pérdida de naturaleza y pandemias.

Cómo está afectando el COVID-19 al medio ambiente

 

Como medida principal para contener el virus y disminuir la curva de infectados, se decretó un estado de alarma por parte del Gobierno el 14 de marzo que causó el confinamiento total de la población, tanto en España como en otros países y, por ende,  la paralización de la actividad de muchos sectores, algunos de altaQuedate en casa contaminación para el medio ambiente como, por ejemplo, los traslados aéreos (se estima que los aviones producen alrededor del 5% de la contaminación mundial), dando lugar a beneficios medioambientales como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), muy contaminantes para el planeta.

Expertos de todo el mundo afirman que, durante el confinamiento por el coronavirus, hemos llegado a los niveles de contaminación más bajos de los últimos 30 años en la Tierra y que pérdida de biodiversidad, bienestar humano/salud y cambio climático están íntimamente relacionados.

Incluso hay estudios que han logrado encontrar una asociación entre mayor contaminación y más incidencia de COVID-19. La polución del aire podría ser un factor detonante asociado a una mayor mortalidad por coronavirus.

Otra consecuencia positiva del confinamiento ha sido la prohibición temporal del comercio de fauna silvestre que se impuso en China y que permite que por un tiempo no utilicen especies exóticas como alimento, especies muchas de ellas clasificadas en la “lista roja” de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Esta prohibición no hace más que demostrar que muchas de las enfermedades o infecciones en seres humanos provienen de animales, muchos de ellos, animales salvajes o exóticos como los que es habitual comer en China.

COP26 GLASGOWEl lado negativo del confinamiento viene con la gran crisis económica y social que ya estamos comenzando a vislumbrar, y con la cancelación o aplazamiento de varias citas internacionales que pretenden fomentar el compromiso adquirido por los distintos países acogidos al Acuerdo de París. La cita más importante que se ha trasladado directamente a 2021 es la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático, COP26, que estaba prevista para noviembre de 2020.

Estas cancelaciones o retrasos perjudican gravemente a los objetivos para la transición energética y, por tanto, a la lucha contra el cambio climático. Sobre todo, en un momento en el que se teme que todo lo conseguido durante el confinamiento suponga un efecto rebote que haga aumentar los niveles de contaminación incluso más que antes.

Claves para la recuperación económica tras el coronavirus (fuentes de energías renovables)

 

A pesar de las consecuencias devastadoras que está provocando el COVID-19 con toda la pérdida humana y económica, y también los problemas sociales que está acarreando, debemos ver dentro de la oscuridad una oportunidad para cambiar y trazar planes de recuperación y reconstrucción en clave ambiental, es decir, planes que se ajusten a la lucha contra el cambio climático y contra la pérdida de biodiversidad que dan luENERGÍAS RENOVABLESgar a este tipo de enfermedades.

Muchos de estos planes para paliar las consecuencias económicas de la pandemia pasan por poner el foco en fuentes de energía alternativas, es decir, energías 100% renovables como la fotovoltaica, la eólica, la hidráulica, etc.

Es una oportunidad para ser creativos y buscar formas no contaminantes de llevar a cabo la actividad y la producción. Transformar los sectores de actividad que más contaminan. Debemos apostar por un nuevo modelo económico más sostenible.

Para ello se ha puesto en marcha recientemente la Alianza Europea para una Recuperación Verde, un manifiesto firmado por más de 180 representantes políticos, expertos, sindicatos, ONG y grandes multinacionales el pasado mes de abril, donde se comprometen a definir una estrategia económica que permita combatir el cambio climático y, a su vez, salir de la crisis provocada por el COVID-19.

Ahora, como sociedad, tenemos el deber de responder ante la crisis económica y social que se nos viene encima y tomar conciencia acerca del cambio climático y del cuidado del medio ambiente para evitar la propagación de enfermedades como el COVID-19 que tanto ha cambiado nuestras vidas en tan solo unos meses.

Si todos remamos en la misma dirección será más fácil llegar a los objetivos renovables propuestos.

Como decía mi compañero Gonzalo Martínez en una entrada del blog de AEQ anterior, “el camino de la recuperación económica debe ser necesariamente sostenible con el medio ambiente.”

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Está en nuestras manos dejar un mundo mejor que el que nos hemos encontrado.

AEQ energia renovable

 

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