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El futuro de la electrificación del transporte

El petróleo ha sido la gran fuente de energía durante el último siglo. No en vano, sus derivados han permitido el desarrollo del sector del transporte y de todo tipo de soluciones. De hecho, está tan presente en la economía que una ligera variación en su precio se nota en cualquier industria. Ante tales circunstancias, su sustitución por la electricidad debe realizarse con cuidado.

Los efectos sobre la demanda de petróleo

 

La electrificación del sector transporte es una realidad en curso que está dejando algunos efectos palpables. Uno de los más significativos es la disminución de la demanda de combustible. Se espera que para 2050 se reduzca a la mitad de la actual gracias a la irrupción de la electricidad. Ahora bien, este hecho no resulta azaroso en absoluto, ya que se debe una serie de factores.

El más importante son los objetivos de descarbonización que se han marcado diferentes gobiernos. En la mayoría de los casos, se trata de metas ambiciosas que exigirán grandes transformaciones. En ese sentido, los transportes juegan un papel principal, pues suponen una cuarta parte de las emisiones mundiales de CO₂. Por tanto, conseguir su electrificación es fundamental para el futuro del planeta.

El transporte por carretera será el primero en dar el paso para dejar de lado los combustibles fósiles. De los 38 millones de barriles que consume por día en la actualidad, bajará a los 19 en 2050. Su cuota descenderá del 91% al 57%, aunque en la aviación no habrá cambios. Al no haber una manera de sustituir los hidrocarburos, las variaciones serán mínimas.

Sin embargo, el transporte marítimo dejará de depender en exclusivo del petróleo. En las próximas décadas, se estima que se optará por una combinación energética. Se incluirán combustibles bajos en carbono, como el gas natural o la biomasa, lo que hará más sostenibles las flotas. Aunque la electricidad tendrá una participación reducida, limitada a movimientos de corta distancia o estadías en puertos.

¿Cómo será la electrificación del transporte?

 

La electrificación del transporte es un desafío a largo plazo, pues la transición de un modelo a otro no es sencilla y requiere de nuevos avances tecnológicos. Pero no basta con la innovación, también es indispensable una infraestructura que soporte a los vehículos y permita su abastecimiento.

Para empezar, la accesibilidad de los vehículos, es decir, su coste, tiene que reducirse. Al abaratarse, cada vez más empresas apostarán por un camión eléctrico, por ejemplo. Así, ganarán en competitividad frente las variantes que utilizan combustibles fósiles, que son las mayoritarias en la actualidad. Por otra parte, se tienen que dar mejoras en la autonomía para que, como mínimo, sean iguales a sus contrapartes.

En paralelo a la reducción del coste, se necesita una infraestructura de carga desarrollada, rápida y sólida, dado que el número de gasolineras crece año a año. Por ejemplo, en el 2021 se inauguraron 160 hasta alcanzar los 11.810 establecimientos. Pese a que existen más puntos de recarga, 13.411, son insuficientes para dar abastecimiento a la presente flota de vehículos eléctricos.

El desarrollo de la infraestructura necesita acelerarse, aunque existen trabas administrativas. Se había marcado el objetivo de instalar 45.000 puntos nuevos en 2022, pero solo se consiguieron 3.154. La mayoría se quedó atrapada en un limbo administrativo que impedía otorgar las licencias pertinentes.

Otros aspectos relevantes

 

Las baterías y, en especial, su duración es un aspecto muy importante a considerar. Si bien los coches eléctricos están relativamente extendidos, no ocurre lo mismo con los camiones. Estos presentan el problema adicional de su tamaño y peso. Ambos afectan a la autonomía, un factor esencial para que el coste de transportar las mercancías no se dispare.

Ante tales circunstancias, los diseños de baterías han de adaptarse para no afectar demasiado a la carga útil disponible. También es indispensable que garanticen tanto una alta autonomía como rapidez en la recarga. Sin embargo, este último problema se podría subsanar a través de la gestión de las empresas. Al trazar sus planes en cuanto a logística, es posible alternar entre camiones cargados y los que no lo están.

Hay que tener en cuenta que los avances deben desarrollarse en las próximas tres décadas. Alcanzar los logros que se esperan requerirá de una fuerte inversión y una apuesta firme. Por consiguiente, las empresas y el sector público han de actuar de manera coordinada para conseguir el éxito esperado.

¿Cuáles son los objetivos para el 2030 y 2050?

 

Los propósitos que se han marcado los diferentes gobiernos e instituciones destacan por su ambición. Se busca efectuar una transición rápida para que los efectos negativos sobre el clima sean los menores posibles. Buena parte de las metas fueron planteadas en el Acuerdo de París de 2016. Desde entonces, se han ido desarrollando las acciones a realizar y diversos planes.

El objetivo en 2050 es el de alcanzar la plena descarbonización de la economía. Llegados a ese punto, el balance entre las emisiones y absorción de gases de efectos invernadero tiene que ser cero. Para facilitar su cumplimiento, se han desarrollado metas intermedias. Una de ellas se sitúa en el 2030, año en el que la reducción de emisiones debe estar a niveles de 1990.

Además, la procedencia de la electricidad de la energía debe ser de fuentes renovables en un 74%. Dichos objetivos se recogen en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que sirve de base para varios planes. Uno de ellos es el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, cuya función es la de asegurar que se alcanzan las metas.

También existe la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo, que proyecta una serie de fines específicos. Con el fin de garantizar su efectividad, se revisará cada cinco años y se incluirán los cambios pertinentes. En cualquier caso, se buscará la reducción del uso tanto del carbón como del petróleo, que serán sustituidos por alternativas verdes.

Como hemos visto, es probable que la demanda de petróleo tienda a disminuir en las próximas décadas. Sin tal bajada, no se podrán conseguir los objetivos que las autoridades indican. A la hora de integrar los cambios necesarios para conseguir estos objetivos de eficiencia en tu empresa, te podemos asesorar desde AEQ. ¡Haznos tu consulta!

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