¿Qué es la transición energética? ¿Qué papel juegan las empresas en este proceso? De hecho la empresa es una palanca fundamental para llevar a cabo los objetivos propuestos en la Agenda 2030.
Hablemos de la transición energética
Probablemente a pocos de vosotros os extrañe a estas alturas el término “transición energética” y lo hayáis visto en otros muchos artículos del sector o en noticias relacionadas, pero ¿qué es exactamente la transición energética? Como su nombre indica, implica una transición, una transformación del actual modelo energético a uno que responda con más eficacia a los grandes retos de la Humanidad en esta primera mitad de siglo, como son el cambio climático, la explosión demográfica y la sobreexplotación de los recursos naturales. Dado que el actual modelo energético global ha dejado de ser sostenible, si queremos asegurar nuestra propia subsistencia y calidad de vida, así como el de las generaciones venideras, es imprescindible que procedamos a realizar este cambio y, como se suele decir, “nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
La Unión Europea ha establecido unas líneas de trabajo ambiciosas en lo referente a la transición energética, que en el caso de España hemos trasladado a la Agenda 2030, y pueden resumirse en:
- Con respecto a los niveles de 1990, alcanzar un 20% de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2020 y de un 40% en 2030.
- Conseguir que la cuota de contribución al sistema energético europeo de las fuentes renovables sea del 20% en 2020 y del 32% en 2030.
- Lograr un 20% de mejora en la eficiencia energética en 2020 y del 32,5% en 2030.
Si bien éstos no son los únicos pilares de la transición energética a nivel mundial, lo cierto es que son claves para establecer objetivos muy concretos que aseguren que todos los estados miembros de la UE están alineados e, independientemente de las medidas finales establecidas en cada país, se consiga alcanzar la siempre deseada sostenibilidad energética y medioambiental.
El papel del consumidor en la transición energética
Para alcanzar los objetivos antes señalados, todos los gobiernos de la Unión Europea están procediendo a trasponer diferentes directivas o incluso promulgando leyes independientes que aseguren su cumplimiento en el plazo acordado. Ahora bien, en varios aspectos, ¿qué sentido tiene esperar que aparezcan nuevas leyes y normas, si nosotros mismos a nivel individual podemos fomentar la transición energética ya de por sí? A fin de cuentas, una transición implica no sólo un cambio externo o del sistema, sino también un cambio interno o de mentalidad, y es en ello en lo que podemos ir (o seguir) trabajando.
Como consumidores de energía, podemos tratar de seguir unas pautas básicas en nuestro día a día, más o menos sencillas, como son:
- En la medida de lo posible, adquirir electrodomésticos con la mejor calificación energética posible. Pese a que su coste inicial suela ser superior, al ser más eficientes se obtiene un ahorro a largo plazo que queda reflejado en un menor consumo en las facturas de la luz.
- Una vez dejen de funcionar las bombillas, procurar sustituirlas por luces de bajo consumo como las LED. El ahorro en el consumo también quedará patente en las facturas.
- Procurar que en nuestros domicilios y negocios exista un buen aislamiento térmico. De la misma forma que en los casos anteriores, aunque pueda suponer un gasto inicial importante, a la larga el ahorro será mucho mayor por un menor uso en la calefacción y en el aire acondicionado.
- Evitar dejar cualquier equipo en suspensión o en stand-by, sino apagarlo directamente. Igualmente, es recomendable no dejar conectado a la red un cargador que no se encuentre conectado a ningún aparato: de esta manera reducimos consumo y aumentamos la durabilidad de nuestros dispositivos.
Por supuesto, hay una infinidad de medidas más, como el uso del transporte público, el vehículo eléctrico, una climatización adecuada en las habitaciones… Muchas de las ideas que se han planteado seguramente no os hayan parecido novedosas, pero este hecho encierra algo positivo: buena parte del cambio de mentalidad que comentábamos antes ya lo hemos adquirido, a la vez que una cultura de eficiencia energética y sostenibilidad, con lo que, como poco, ya estamos a mitad de recorrido.
La empresa, motor de la transición energética
Dado que las empresas son consumidoras de energía, las mismas acciones de ahorro que hemos comentado anteriormente son aplicables también para ellas. No obstante, sus funciones de generadoras de trabajo (y, por tanto, de dinero) y de transmisoras de unos valores éticos y sociales las convierten en la auténtica palanca de cambio en la transición energética.
Más allá de trasladar a clientes, proveedores, trabajadores y resto de la sociedad la importancia de la transición energética, las empresas pueden dar ejemplo, y lo dan, con diversas medidas encaminadas a la consecución de los objetivos de eficiencia y de descarbonización. Una especialmente destacable es la búsqueda de energía renovable. Lo cierto es que, en España, el objetivo de alcanzar un 20% de uso de energía proveniente de fuentes renovables lo cubrimos hace algunos años: ¡en 2019 ya alcanzamos un más que meritorio 37%! Pero no nos dormimos en los laureles, y aprovechando que somos un país “de sol y viento”, este porcentaje seguirá en aumento en los próximos años, en gran medida gracias a la demanda de las propias empresas, que valoran el uso de fuentes renovables como un aspecto clave en la contratación de sus puntos de suministro con una comercializadora del mercado libre.
Otro aspecto a tener en cuenta es, precisamente en la misma línea, las empresas que se niegan a seguir siendo consumidoras al uso y optan por convertirse en lo que a día de hoy se comienza a llamar “prosumidoras”, un concepto que suma las funciones de ‘productor’ de energía al de ‘consumidor’. Mediante la incorporación de instalaciones de autoconsumo, muchas empresas no sólo consiguen un ahorro sustancial en su consumo eléctrico, sino que además se convierten en pequeñas y medianas productoras de energía renovable, volcando los excedentes que puedan tener a la red de distribución y logrando con ello una ventaja económica adicional.
Nuestro compromiso con la transición energética
Proviniendo del sector energético y habiendo nacido de un referente en la gestión y representación en el mercado eléctrico como es Wind to Market, no es de extrañar que en AEQ mantengamos una responsabilidad activa con la transición energética y estemos firmemente alineados con los objetivos de sostenibilidad marcados en la Agenda 2030. En línea con los mismos, hemos conseguido que a lo largo de toda nuestra existencia, la energía que hemos comercializado tenga un porcentaje de fuentes renovables superior al de los niveles marcados por la UE para 2020 y 2030.
Además de con nuestro propio ejemplo, también ofrecemos a nuestros clientes la posibilidad de contratar productos cuya energía suministrada, en su caso en particular, provenga de fuentes 100 % renovables, aportándoles las garantías de origen correspondientes. Así mismo, no se nos puede olvidar destacar el reconocimiento que hacemos a nuestros clientes autoconsumidores de la energía excedentaria que vuelquen a la red, descontándosela en sus facturas.
Nos queda mucho por recorrer, tanto a nivel individual como de sociedad, y no me cabe la menor duda de que esta transición energética no será más que una (otra) etapa más de la permanente evolución que dio inicio en la Revolución Industrial. Es nuestro papel el asegurarnos de que cubrimos de la mejor forma posible esta etapa y que, como poco, dejamos un mundo mejor (¡o al menos igual!) que el que nos encontramos, por lo que sigamos trabajando en ello y sumando juntos.