El conocimiento de los términos que abonamos en nuestra factura eléctrica nos llevará a formarnos una opinión sobre si se paga, invierte o gasta mucho en algo tan necesario hoy en día como la electricidad. Ese conocimiento nos llevaría a tener criterio a la hora de opinar y de juzgar la factura de nuestra empresa comercializadora, pudiéndonos llevar a la decisión de cambiar de compañía o a formarnos una opinión más completa sobre la política energética establecida, pudiendo influir incluso en nuestro voto.
Desde el momento en que recibimos nuestra factura de la luz, podemos hacer un acto de fe y dar por bueno lo que se nos pide abonar o podemos intentar indagar un poco más para saber de qué se trata. Con el objetivo, no solo de cuantificar correctamente lo que pagamos, como el comprador que adquiere 3 kilos de naranjas o manzanas, sino también para poder juzgar y entender la razón de ser.
El conocimiento de esos conceptos y cómo se estructuran, nos llevará también a formarnos una opinión sobre si se paga, léase, invierte o gasta mucho en algunas partidas, si se compensan unas con otras, o quizás, si se pagan muchos impuestos por algo tan necesario hoy en día como la electricidad.
«Desde el punto de vista empresarial, ese conocimiento de la ‘tarifa’ nos puede llevar a tomar decisiones en el proceso de contratación del suministro eléctrico de mejora en la eficiencia energética de nuestro negocio».
Del mismo modo nos puede llevar a pensar sobre si lo que pagamos nos parece necesario, o al menos sensato. A fin de cuentas, ese conocimiento nos llevaría a tener criterio a la hora de opinar y de juzgar la factura de nuestra empresa comercializadora, pudiéndonos llevar a la decisión de cambiar de compañía, o yendo un poco más allá a formarnos una opinión más completa sobre la política energética establecida, pudiendo incluso influir en nuestro voto.
Desde el punto de vista empresarial, ese conocimiento de la ‘tarifa’ nos puede llevar a tomar decisiones en el proceso de contratación del suministro eléctrico o a la hora de acometer inversiones para cambiar de tarifa de acceso, siempre que sea posible, o cuantificar la mejora de una inversión de luminarias o cualquier otra mejora en la eficiencia energética de nuestro negocio.
Siempre podemos ver en nuestra factura impuestos, recargos, gráficos, no sin cierta perplejidad, donde se describe a qué se dedica el dinero que pagamos por nuestro suministro eléctrico sin entender muy bien a qué se debe.
Pues bien, toda esa maraña de términos proviene de la llamada estructura tarifaria, o dicho de otra forma, el conjunto de conceptos que un consumidor debe afrontar por el mero hecho de consumir electricidad y que depende de en qué condiciones se consuma electricidad, tensión del suministro, reactiva, etc. Todos esos conceptos tienen como objetivo cubrir los costes del funcionamiento del sistema y que en posteriores entradas describiremos en profundidad.
No obstante, para acercarnos a la estructura de las tarifas es preciso definir qué actividades se dan para que cuando pulsemos el interruptor en nuestra casa se encienda la luz. Para entender por qué, cómo y cuánto nos cobran por la electricidad que consumimos es preciso entender la separación de actividades del sector eléctrico; este se divide en cuatro grandes actividades bien diferenciadas: generación, transporte, distribución y comercialización.
La generación y la comercialización se desarrollan en mercado libre, esto es, cualquiera de nosotros podemos instalar, siempre que tengamos los permisos y licencias adecuadas, una instalación de generación de electricidad y vender esa energía al precio que deseemos, o mejor dicho al que podamos, tanto al mercado de producción de electricidad así como a otro agente mediante un contrato bilateral en la que dos partes pactan un precio a la entrega de la energía. Del mismo modo, podemos crear una empresa de comercialización de electricidad, tras realizar los trámites pertinentes, para vender energía a los consumidores.
Por otra parte, existen dos actividades que en lugar de funcionar en un mercado libre tienen un carácter regulado dado que son monopolios naturales, como el transporte y la distribución de la electricidad. El transporte y la distribución son las actividades que llevan la electricidad desde el generador hasta el punto de suministro. Estas actividades no se desarrollan en un régimen de competencia y los costes en que incurren para su buen funcionamiento se repercuten al consumidor de ahí que se regulen mediante el Boletín Oficial del Estado.
Dentro de los conceptos incluidos en las facturas y siguiendo la terminología de la Ley del Sector Eléctrico en base a las directivas europeas, se establece la diferenciación entre peajes y cargos. Es decir, los peajes son aquellos pagos que realizamos para cubrir los costes de las actividades de distribución y transporte, las actividades reguladas, o dicho de una manera más sencilla, el uso de las redes que transportan la energía eléctrica que comentábamos en el párrafo anterior. Por otra parte, los cargos son aquellos pagos relacionados con otros aspectos del sistema y comprenden una gran variedad de conceptos. Describiremos y desglosaremos ambos en las siguientes entregas.